Varios estudios indican que
el alto contenido de luz azul en los dispositivos electrónicos puede
provocar problemas de sueño en los usuarios. Algunas personas están
usando gafas naranjas o amarillas para filtrar estas longitudes de onda y
favorecer la producción de melatonina.
Su capacidad para filtrar la luz azul ayuda a conciliar el sueño - Foto Toshihiro Gamo (Flickr, CC)
Nuestra dependencia de los dispositivos electrónicos
ha llegado a tal punto que muchos nos vamos a la cama con el móvil o la
tableta y estamos un buen rato conectados antes de acostarnos. Pero la
mayoría de estos dispositivos están fabricados con
luz LED, que emite sobre todo luz azul
(de longitud de onda más corta) y que, según varios trabajos recientes,
podrían estar alterando los ritmos circadianos y los patrones de sueño.
La última tendencia en EE UU es ponerse unas gafas de color naranja o amarillo que filtran la radiación azul unas horas antes de acostarse. La idea es minimizar la exposición a la luz que
frena la producción de melatonina y mejorar la calidad del sueño. Pero, ¿tiene sentido desde el punto de vista científico?
“Todos los organismos vivos funcionan con estos ciclos de luz/oscuridad",
"Por supuesto que la luz azul tiene influencia sobre los ritmos circadianos", explica a Next
Alicia Pons, investigadora del CSIC en el Instituto de Óptica. "
La luz es el sincronizador más importante,
aunque hay otros como la temperatura, la alimentación o la interacción
social". El hecho de descansar, añade, está relacionado con la secreción
de
esta hormona que se produce en la glándula pineal en ausencia de luz,
o con longitudes de onda más largas, como la luz anaranjada o roja.
Este descubrimiento sobre la forma en que la luz afecta a nuestros
ciclos de sueño es relativamente reciente, y tiene su punto de inflexión
hace apenas una década, cuando los científicos descubrieron una serie
de
fotorreceptores presentes en el ojo que no intervenían en la visión y
actuaban regulando la producción de melatonina. Cuando los receptores
son expuestos a luz azul, el cerebro está más alerta, mientras que
cuando percibe luces rojizas comienza a prepararse para descansar.
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El Consultor Matt Nicoletti prueba las gafas (The New York Times)
"Todos los organismos vivos funcionan de esa manera con los ciclos de
luz/oscuridad", apunta Pons, "pero nosotros estamos empezando a vivir
más en espacios cerrados bajo luz artificial y esto introduce cambios".
En un
artículo publicado en la revista Nature en 2013,
Charles A. Czeisler, de la Escuela Médica de Harvard y uno de los mayores especialistas en sueño, advertía sobre los
efectos perniciosos de la luz artificial
sobre los ritmos circadianos, especialmente lo que recibimos de
pantallas con luces LED. Y se quejaba de la ignorancia generalizada
sobre este fenómeno, como en el caso de las compañías aéreas que
iluminan las cabinas del avión con tenues
luces azules durante los vuelos nocturnos, lo que en lugar de relajar pone al cerebro más alerta. También en la Universidad de Harvard,
Steven Lockley y
su equipo fueron de los primeros en comprobar los efectos de la luz
roja y azul sobe los niveles de sueño y ahora trabajan con astronautas y
miembros de misiones espaciales en el control de estos ciclos mediante
la modulación de luces. De hecho, la NASA tiene aprobado un programa
para
cambiar todas las luces de la Estación Espacial Internacional con
más de cien bombillas LED que se irán modificando a lo largo de la
jornada de los astronautas (luz azul al principio y luz en el espectro
del rojo a última hora para disparar la melatonina).
"Existen distintos tipos de LED", insiste Pons, "que van desde el LED
blanco polar, al blanco neutro y blanco cálido. Dependiendo de la
relación entre la cantidad de luz azul, la bombilla da una sensación de
un blanco mucho más luminoso o de un color más cálido. Lo que no sería conveniente si antes de ir a dormir se usaran LEDs con mucha luz azul, como el LED blanco polar.
La luz más cálida, con temperaturas de color de entre 2 700 y 3 000 Kelvin, no sería perjudicial para el sueño".
El problema es que la mayoría de los aparatos electrónicos que
manejamos en nuestra casa, incluidas las televisiones, emiten sobre todo
luz azul. Siguiendo esta lógica, algunos usuarios han empezado utilizar
gafas
anaranjadas que filtren esta luz y han aparecido compañías que
venden filtros para las pantallas. Existen incluso programas, como
f.lux y aplicaciones móviles como
Twilight que reducen la luz azul del dispositivo a medida que se acerca la noche.
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La neurocientífica Jordan Gaines prueba las gafas (The Conversation)
¿Funcionarían estas gafas en caso de ponerlo en práctica? "Si quieres
estar un rato leyendo, con una tableta, sí sería conveniente que dos o
tres horas antes de irte a dormir no tengas un contenido de luz azul"
explica Pons. "Si le pones un filtro,
estoy consiguiendo quitar esa luz azul, claro. Lo que pasa es que quizá es un poco incómodo". En
su blog en The Conversation la neurocientífica
Jordan Gaines Lewis
relataba hace unos días su experiencia probando las gafas y aseguraba
notar un cierto aumento de los minutos diarios de sueño, aunque al ser
una prueba personal no tiene validez científica. "Llevar gafas tintadas
de
naranja durante una hora antes de irme a la cama", escribe, "
incrementó mi sueño total en una media de 20 minutos por noche tras la segunda semana".
Uno de los pocos estudios controlados realizados hasta ahora sobre el
fenómeno se llevó a cabo en Suiza hace unos meses con varios
adolescentes a los que se les hizo
llevar este tipo de gafas durante una semana.
Los voluntarios también reportaron sentirse mucho más soñolientos que
cuando no llevaban las lentes, aunque pudieron incluir otros factores o
haber estado ligeramente sugestionados.
“La luz más cálida, sin embargo, no sería perjudicial para el sueño”.
"
Yo recomendaría a todo el mundo que si pone luces LED en casa", concluye Pons, "se pusiera bombillas de luz cálida,
con una temperatura de color del orden de los 3 000 Kelvin, con un
contenido de luz azul más pequeño y que facilita más descanso. Y al
revés, por la mañana tener una luz azul". En cualquier caso, la luz no
es el único factor determinante en estos ciclos de sueño, los
hábitos de vida también juegan un papel importante.
Una encuesta reciente a 5 000 personas de todo el mundo indicaba que
un 25% de los jóvenes entre 18 y 24 años tenían problemas de sueño por
el uso de dispositivos y que una buena parte de ellos
mantienen los móviles a mano y los consultan en mitad de la noche. Y contra eso ya no hay gafas que valgan.
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