Cuando la naranja valenciana se vendía vestida con papel
de seda y por unidades en Londres, a precio de oro, la época dorada de
los cítricos echaba raíces. Corrían los años treinta del siglo XX.
La citricultura escribía en aquella época las páginas más
dulces de su historia y enrolaba en su ejército a miles de hombres y
mujeres, artesanos y comerciantes. La epopeya del fruto anaranjado
florecía llenando los bolsillos de productores y terratenientes.
La vida de este sabroso manjar y de quienes lo
cultivaron con mimo en esos años se cuenta, a través de imágenes,
carteles de anuncios, antiguas recetas de cocina y fotografías, a partir
de hoy en la localidad de Algar de Palancia, en el Camp de Morvedre.
Una exposición, en la que han participado vecinos,
coleccionistas y propietarios de empresas citrícolas y almacenes,
rescata documentación inédita, antiguos aperos, cajones de madera o
mimbre, papeles de seda, pesas y hasta las fórmulas culinarias de
nuestras abuelas para homenajear al gran fruto que ha dado sabor y color
a la vida valenciana.
El Museo Etnográfico de Alfara de Algimia es el capitán
de este barco itinerante llamado 'La Historia de la Naranja', una idea
que ha contado con el respaldo del Ayuntamiento de la población,
Fundación Social Bancaja Sagunto y la Mancomunitat de La Baronia. La
misión es rescatar información para que los jóvenes puedan conocer cómo
surgió este prolífico mercado y los mayores hagan memoria.
Francia solicitaba «un papel de seda más grueso para
evitar que el producto llegara magullado, mientras que Inglaterra lo
quería más fino. Se cuenta que el primer hombre que exportó 50 cajas de
naranjas logró suficiente dinero para vivir y producir todo un año»,
explica Salvador Mery, comisario y organizador de esta muestra.
En los años treinta el trabajo en los almacenes lo
realizaban las mujeres «sentadas en el suelo y apoyadas en cojines que
se ponían en las rodillas. Así trabajaban durante nueve horas diarias o
más».
Los «cogedores» siempre eran hombres, cargaban el
producto en los carros y lo llevaban a los almacenes, aunque a veces las
mujeres «ayudaban a descargar mercancía cuando llegaba por tren».
La exposición recoge bibliografía y poesías de autores de
la talla de Antonio Machado o Federico García Lorca en las que aparece
el naranjo en flor o el aroma de sus frutos y artículos periodísticos
sobre la recolección tradicional procedentes de los fondos de la
Biblioteca Nacional de España.
Muchísima gente vivía de este cultivo «porque requería
carpinteros que fabricaran los cajones, herreros para las tachas,
empresas de papel, collas de mujeres para acudir a los almacenes y
hombres para ir al campo».
Este estudio itinerante viajará a otras localidades como Albalat dels Tarongers y Torres Torres en los próximos meses.
«En cada población aparecen fotografías de los vecinos y
vecinas. Son paneles específicos de cada zona porque hemos querido que
todo el mundo participara», apunta Salvador Mery.
Esta búsqueda ha permitido recuperar muchos materiales
«que se creían perdidos», recolectar historias del día a día y exprimir
una rica memoria colectiva, redonda por fuera y tierna por dentro. Fuente: Las Pronvicias.es. Comprar árboles frutales de Valencia.
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