La mandarina, lluvia de vitaminas, minerales y fibra.
Este pequeño cítrico ofrece un sinfín de ventajas. Dulce, jugosa y refrescante, proporciona vitaminas, minerales y fibra. Y es tan fácil de pelar que resulta ideal para dársela a los niños.
Como ocurre con el resto de los cítricos, las mandarinas son
originarias de las zonas tropicales de Asia, en concreto de China e
Indochina. Son muy parecidas a las naranjas, pero hay varias diferencias
entre ellas, además de su evidente menor tamaño. También tienen un
sabor más dulce y suave, y son muy fáciles de pelar, lo que las ha
convertido en el cítrico más consumido en todo el mundo.
Podemos encontrar cuatro variedades. Las más apreciadas son las clementinas, por su exquisito sabor y la ventaja que supone que carezcan de pepitas; su forma es casi esférica, y su color, naranja intenso. Las clemenvillas son más grandes que las anteriores, y su corteza es ligeramente más rojiza. Los híbridos destacan por el gran contenido de zumo de su pulpa; su tamaño es grande y se caracterizan por tener la corteza muy adherida a la pulpa. Las Satsuma son de las primeras en aparecer en el mercado, pero su pulpa es de menor calidad, y tienen la corteza gruesa y rugosa. El elevado contenido en agua de las mandarinas (88%) y bajo en hidratos de carbono (9%) hace que su aporte energético sea muy bajo (39 calorías por 100 g). Aunque contienen menor cantidad de vitamina C que otros cítricos, su aporte de carotenos es mucho mayor (1.056 μg frente a los 509 de la naranja).
Cómo elegirlas y conservarlas
La clave para que sean jugosas está en elegir las que resulten más pesadas en relación a su tamaño. Es importante que la piel esté bien adherida a la pulpa. Fíjate en su aroma, que es más significativo que el color de la piel. Un olor dulce e intenso es síntoma de que la mandarina está madura. En la nevera se conservan perfectamente durante al menos una semana, incluso dos, en la parte menos fría, a una temperatura de entre 3 y 7 C.
Un mundo de posibilidades
Lo más común es comerlas al natural. Su zumo también resulta dulce y delicioso, y la mermelada queda exquisita.
En repostería, por la forma decorativa de sus gajos, se emplean a menudo para adornar postres. También se utilizan en la preparación de pasteles, tartas, bizcochos, sorbetes, cremas, flanes...
Su sabor la hace ideal para aromatizar salsas que acompañen a aves, carnes y pescados. En ensalada combinan bien con lechuga, espinacas, berros...
La piel, muy aromática
La ralladura de la piel de mandarina es perfecta, como la de la naranja o el limón, para aromatizar postres, salsas, aceites, infusiones...
La consistencia de su piel es más blanda que la de otros cítricos, por lo que cuesta más rallarla. Un buen truco: congélala 30 o 40 minutos antes de hacerlo. Fuente
La mejor opción la tienes con las mandarinas clementinas Clemenules, mutación de la originaria mandarina y detectada aquí en Castellón en 1.953 en un campo de Nules hasta la fecha no ha podido ser superada por ninguna mandarina clementina, encontrando los mejores agricultores en el manejo de la Clemenules en Castellón. Visita MandarinasSanz.com para saber más de la reina nulera.
Podemos encontrar cuatro variedades. Las más apreciadas son las clementinas, por su exquisito sabor y la ventaja que supone que carezcan de pepitas; su forma es casi esférica, y su color, naranja intenso. Las clemenvillas son más grandes que las anteriores, y su corteza es ligeramente más rojiza. Los híbridos destacan por el gran contenido de zumo de su pulpa; su tamaño es grande y se caracterizan por tener la corteza muy adherida a la pulpa. Las Satsuma son de las primeras en aparecer en el mercado, pero su pulpa es de menor calidad, y tienen la corteza gruesa y rugosa. El elevado contenido en agua de las mandarinas (88%) y bajo en hidratos de carbono (9%) hace que su aporte energético sea muy bajo (39 calorías por 100 g). Aunque contienen menor cantidad de vitamina C que otros cítricos, su aporte de carotenos es mucho mayor (1.056 μg frente a los 509 de la naranja).
Cómo elegirlas y conservarlas
La clave para que sean jugosas está en elegir las que resulten más pesadas en relación a su tamaño. Es importante que la piel esté bien adherida a la pulpa. Fíjate en su aroma, que es más significativo que el color de la piel. Un olor dulce e intenso es síntoma de que la mandarina está madura. En la nevera se conservan perfectamente durante al menos una semana, incluso dos, en la parte menos fría, a una temperatura de entre 3 y 7 C.
Un mundo de posibilidades
Lo más común es comerlas al natural. Su zumo también resulta dulce y delicioso, y la mermelada queda exquisita.
En repostería, por la forma decorativa de sus gajos, se emplean a menudo para adornar postres. También se utilizan en la preparación de pasteles, tartas, bizcochos, sorbetes, cremas, flanes...
Su sabor la hace ideal para aromatizar salsas que acompañen a aves, carnes y pescados. En ensalada combinan bien con lechuga, espinacas, berros...
La piel, muy aromática
La ralladura de la piel de mandarina es perfecta, como la de la naranja o el limón, para aromatizar postres, salsas, aceites, infusiones...
La consistencia de su piel es más blanda que la de otros cítricos, por lo que cuesta más rallarla. Un buen truco: congélala 30 o 40 minutos antes de hacerlo. Fuente
La mejor opción la tienes con las mandarinas clementinas Clemenules, mutación de la originaria mandarina y detectada aquí en Castellón en 1.953 en un campo de Nules hasta la fecha no ha podido ser superada por ninguna mandarina clementina, encontrando los mejores agricultores en el manejo de la Clemenules en Castellón. Visita MandarinasSanz.com para saber más de la reina nulera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario